REEDUCACIÓN O REINSERCIÓN SOCIAL.
Si buscamos en el diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española la palabra reinsertar,
veremos que la segunda definición que nos proporciona de este concepto es: “volver a integrar en la sociedad a alguien
que estaba condenado penalmente o marginado”. Pues bien, una vez situados,
podemos decir que el fin último del tratamiento penitenciario español, es la
reeducación o reinserción social del preso. Por decirlo de alguna manera,
enseñar a ser bueno a quien ha sido malo.
El sistema penitenciario español concibe
este tratamiento de reinserción como el conjunto de actuaciones o actividades
(no solo las terapéutico-asistenciales sino también las actividades formativas,
educativas, laborales, socioculturales, recreativas y deportivas) que van directamente dirigidas a la
consecución de este fin.
Las
penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas
hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos
forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma
gozará de los derechos fundamentales de este Capítulo, a excepción de los que
se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el
sentido de la pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un
trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social,
así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad. Artículo 25.2 de la Constitución Española.
Las prisiones son un mal necesario para
la finalidad fundamental que la legislación atribuye en la actualidad a las
penas y medidas de libertad, la reinserción del condenado. La Ley pretende
hacer entender cuando se habla de resocializar al penado o preso, que no es un
ser eliminado de la sociedad, sino una persona que continúa formando parte de
la misma, incluso como miembro activo, sometido a un régimen particular,
motivado por un comportamiento antisocial y encaminado a preparar su vuelta a
la vida libre en las mejores condiciones para ejercitar socialmente su
libertad.
En esta tarea es fundamental el papel de
los funcionarios de la Institución. El trabajo de los penitenciarios, del
personal que trabaja en las prisiones, a menudo se desconoce y casi nunca se
valora adecuadamente. Desarrollan su actividad con personas que tienen muchos
problemas y a veces trabajan en condiciones difíciles. Por ello, tiene un gran
valor su profesionalidad y su compromiso con la tarea reeducadora además de
hacer un esfuerzo por desarrollar programas de tratamiento que ayuden a apartar
del mundo del delito a quienes pasan por este sistema.
La privación de libertad, además de ser
el cumplimiento de una pena impuesta por los tribunales de justicia, puede
convertirse en una oportunidad para aquellos que provienen de una historia de
marginalidad y exclusión. En prisión tienen la oportunidad de formarse
laboralmente para integrarse en la sociedad. La Institución de Penitenciaria
cuenta con dos elementos básicos: la organización del trabajo productivo penitenciario
y la formación para el empleo. El trabajo es un instrumento básico para la
reinserción porque prepara al preso para una mejor integración en el mundo
laboral una vez cumplida la pena.
Todos los centros penitenciarios disponen
de talleres donde los internos pueden realizar trabajos productivos
retribuidos. Los talleres productivos de los que disponen los centros
penitenciarios son: manipulados, carpintería metálica, carpintería de madera,
confección industrial, cerámica, panadería, cocina, lavandería, etc., algunos
de estos trabajos los realizan internos a los que se les hace un contrato
laboral tras un período de formación previa. En estos talleres se trabaja en
escenarios similares al entorno laboral exterior, de tal modo que los internos
se familiaricen con las exigencias del trabajo productivo tanto tecnológicas,
como organizativas.
La educación es otro de los objetivos
prioritarios de la gestión del sistema penitenciario español.
En los últimos años se ha realizado un
notable esfuerzo para la actividad docente, ampliando las plantillas de
educadores y realizando planes de captación entre los internos menos motivados.
En los centros existen aulas con
profesores de Educación Básica donde se pueden cursar las enseñanzas
correspondientes a la formación de adultos con carácter presencial. Del mismo
modo se pueden cursar las restantes enseñanzas regladas bien se trate del
Bachillerato o de la Formación Profesional. La coordinación y seguimiento de la
educación de las personas que estudian en los centros penitenciarios se realiza
a través de convenios de colaboración con las Consejerías de Educación de las
distintas Comunidades Autónomas. Gracias al acuerdo existente con la
Universidad Nacional de Educación a Distancia, los internos pueden estudiar las
diferentes carreras universitarias que figuran en su programa de estudios.
Además de la formación educativa y
laboral, en los centros penitenciarios se llevan a cabo multitud de actividades
culturales con el objetivo de que los internos adquieran un desarrollo integral
y estimulen sus aptitudes creativas. Entre todas las actividades (cine,
talleres ocupacionales, concursos teatrales, concursos de escritura,
realizaciones plásticas, teatros…), las de participación son las más
enriquecedoras para el recluso. Existen talleres de pintura, cerámica,
marquetería, artesanía, radio, etc. Estas actividades cumplen un doble
propósito: estimular el desarrollo de la creatividad de los presos y reforzar
su autoestima al difundir sus trabajos.
Además, por si fuese poco, las ONGs y el
voluntariado social juegan un papel importante en el sistema penitenciario
español que también logra la reinserción social de los internos. Esta
colaboración se está llevando a cabo de una forma ingente y valiosa.
Organizaciones participan en esta tarea y colaboran entrando en los centros
penitenciarios para desarrollar programas de preparación para la inserción
laboral, de integración social, atención a colectivos específicos, sanitarios y
de tratamientos de drogodependencia.
En conclusión, la prisión pone a
disposición de los internos actividades, talleres, oficios, y las herramientas
necesarias para que se lleve a buen término este fin último de la reeducación o
reinserción social.
Elena González Borrallo.
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