¿Qué tanto de verdad tiene eso de
“en la cárcel se está bien”? ¿Mito o realidad? Para la elaboración de esta
entrada, he accedido y consultado noticias publicadas en los medios de
comunicación, además de contar con las declaraciones en primera persona de
Manuel, a quien pudimos preguntar directamente sobre esta cuestión en concreto.
Si partimos de la entrevista que realizamos a Manuel, presidiario durante más de dieciséis años que ya se encuentra en libertad, podemos decir que “no volvería por nada a la cárcel”. Estas fueron sus palabras cuando le preguntamos si volvería a prisión por las “comodidades” que algunos presos dicen tener dentro. Nos contestó un “no” rotundo, sin pensarlo.
Pero bien, no es esta la respuesta de todos los ex presidiarios. El viernes día 4 de febrero del año 2011 se publicaba un artículo, “Un hombre al límite” en El progreso. En sus primeras líneas podemos leer “José Carnero volvió a Arxemil tras ser absuelto y pocos días tardó en darse cuenta de que estaba mejor en la cárcel, por eso tal vez habría confesado a los medios de comunicación un crimen del que fue exculpado por falta de pruebas”.
En este caso, José Carnero ingresó en prisión acusado del brutal homicidio a una prostituta, Pilar. La mujer apareció muerta a golpes con el rostro totalmente desfigurado. El acusado afirmó, tras pocos días en la cárcel, que dentro estaba mejor.
Su vida fuera era muy solitaria e independiente. No trataba con nadie, ni con su propia familia, quienes le negaron la palabra cuando éste fue acusado. El trato con los vecinos era bueno, pues no tenía relación con ellos, solo se limitaba a saludar con la cabeza cuando se cruzaba con alguno. Sobrevivía con la paga de su madre, aunque no vivía con ella. Parte de esa paga iba para pagar los servicios que Pilar le hacía cuando él la llamaba.
Con la entrada en prisión algo cambió. Dentro se le asignó un trabajo en la enfermería de la cárcel, además de servir las bandejas de comida a los internos impedidos. “Su plácida vida a la sombra llegó a su fin. Dos días de juicio, un día de deliberaciones y el jurado llegó a la conclusión de que era inocente”. Solo tres días fuera de prisión fueron necesarios para que José Carnero quisiese estar de nuevo tras las rejas. Allí tenía comida asegurada, un reconocimiento por la labor que hacía en prisión, un colchón y gente alrededor con la que relacionarse.
Otro ejemplo comentado y publicado en la prensa, es la
de “El loco del martillo”, quien también reconoció que estaba mejor en la
cárcel. Aníbal González Higonet, más conocido como “el loco del martillo” salió
de prisión después de 43 años dentro de ella acusado del asesinato de tres
mujeres. Cuando le concedieron la libertad y comenzó su vida fuera de prisión,
la vida que llevaba era de malas condiciones y mínimos recursos, razón por la
que también aseguró estar mejor dentro.
Si partimos de la entrevista que realizamos a Manuel, presidiario durante más de dieciséis años que ya se encuentra en libertad, podemos decir que “no volvería por nada a la cárcel”. Estas fueron sus palabras cuando le preguntamos si volvería a prisión por las “comodidades” que algunos presos dicen tener dentro. Nos contestó un “no” rotundo, sin pensarlo.
Pero bien, no es esta la respuesta de todos los ex presidiarios. El viernes día 4 de febrero del año 2011 se publicaba un artículo, “Un hombre al límite” en El progreso. En sus primeras líneas podemos leer “José Carnero volvió a Arxemil tras ser absuelto y pocos días tardó en darse cuenta de que estaba mejor en la cárcel, por eso tal vez habría confesado a los medios de comunicación un crimen del que fue exculpado por falta de pruebas”.
En este caso, José Carnero ingresó en prisión acusado del brutal homicidio a una prostituta, Pilar. La mujer apareció muerta a golpes con el rostro totalmente desfigurado. El acusado afirmó, tras pocos días en la cárcel, que dentro estaba mejor.
Su vida fuera era muy solitaria e independiente. No trataba con nadie, ni con su propia familia, quienes le negaron la palabra cuando éste fue acusado. El trato con los vecinos era bueno, pues no tenía relación con ellos, solo se limitaba a saludar con la cabeza cuando se cruzaba con alguno. Sobrevivía con la paga de su madre, aunque no vivía con ella. Parte de esa paga iba para pagar los servicios que Pilar le hacía cuando él la llamaba.
Con la entrada en prisión algo cambió. Dentro se le asignó un trabajo en la enfermería de la cárcel, además de servir las bandejas de comida a los internos impedidos. “Su plácida vida a la sombra llegó a su fin. Dos días de juicio, un día de deliberaciones y el jurado llegó a la conclusión de que era inocente”. Solo tres días fuera de prisión fueron necesarios para que José Carnero quisiese estar de nuevo tras las rejas. Allí tenía comida asegurada, un reconocimiento por la labor que hacía en prisión, un colchón y gente alrededor con la que relacionarse.
Las razones por las cuales
algunos presos quieren estar en prisión y no salir en libertad es, como he
dicho basándome en casos concretos, porque los recursos fuera de ésta son
mínimos o nulos: falta de trabajo, exclusión social, falta de recursos
económicos, incluso falta de un techo bajo el que dormir, miedo a subsistir, entre
otras. La situación de desesperación es tal que los reclusos llegan a pedir a
sus abogados que no pidan finanzas para ellos, ya que en la calle no tienen
nada.
Se junta el no tener recursos
para subsistir fuera del Centro Penitenciario, con las comodidades que los
presos tienen dentro de prisión. Por lo tanto, y partiendo de la base de que
nadie puede vivir del todo bien privado de libertad, los presos en las cárceles
de España tienen buena calidad de vida. De hecho, España está dentro de los
ocho países europeos con mejores cárceles. Centrándonos en las cárceles de
Sevilla, podemos decir que, en la cárcel de Morón de la Frontera, los presos
disponen incluso de una piscina climatizada.
En esta cuestión, cada recluso,
tiene su propia opinión dependiendo de su experiencia o de su vida personal
concreta dentro de la cárcel. Quien tiene familia fuera, un hogar, y una vida
más o menos estable y acomodada, estar dentro de prisión es un verdadero
calvario. De lo contrario, para aquel que no tiene dependencia familiar,
amistades o recursos económicos, la prisión es su “hogar” aunque no disponga de
su libertad como le gustaría; para estos presos, prima el tener estas
comodidades a tener libertad. Podemos decir que, cuando no tienen nada y salen
en libertad, viven la cárcel fuera de la cárcel.
Elena González Borrallo.
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